Este es un ejemplo más de lo agradecidos que son los animales, sobre todo los perros, cuando son tratados con amor y respeto.
Esta es la historia de Margarita Suárez, una mujer de Mérida, México, que dedicó toda su vida a mantener y alimentar a los perros y gatos callejeros de su zona. No pertenecía ningún grupo proteccionista ni contaba con los recursos necesarios para adoptar a los animales pero todos los días salía de su casa a llevarles comida.
Lamentablemente, la salud de la mujer comenzó a deteriorarse, sin embargo no dejó de alimentar a los animales ni un solo día hasta su muerte.
Margarita fue velada en su domicilio y su hija Patricia relata emocionada que en un momento comenzaron a llegar varios perros y se acostaron cerca del ataúd. Los asistentes al funeral creyeron que éstos eran propiedad de los empleados de la funeraria pero resultó que eran los perros a los que Margarita había alimentado.
En el momento de llevar a la difunta a la iglesia un grupo de perros siguió al coche fúnebre y esperaron en la puerta hasta que nuevamente formaron parte del cortejo acompañando a Margarita al cementerio donde fue cremada. Recién allí se fueron.
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