La civilización micénica
Hacia 1600 a.C., se produjo en Grecia una invasión procedente del norte de un pueblo indoeuropeo, los aqueos, que hacia 1450 a.C., ya habían ocupado toda Grecia e incluso Creta.
Su característica principal es que vivían en pequeñas ciudades situadas a gran altitud y con grandes murallas, las más importantes son Micenas y Tirinto.
Usaban carros de guerra y armas de bronce, pero culturalmente debían ser muy poco avanzados, porque aunque vencieron a los cretenses, les copiaron la cerámica, la forma de pintar y hasta adaptaron el sistema de escritura cretense para crear su Lineal B (se ha demostrado que hablaban en griego, pero era muy antiguo y primitivo).
La sociedad estaba estructurada jerárquicamente de la siguiente forma:
- Rey, denominado Wanax. (Tenía el máximo poder y más tierras).
- Nobles guerreros (ayudaban al rey).
- Subordinados.
- Campesinos, artesanos y esclavos (sin ningún derecho).
Tras la toma de Troya, los reinos micénicos en el 1150 a.C., caen en declive y son arrasados por los Dorios, pueblos venidos del norte, pero con habla griega.
Esta civilización fue descubierta a finales del siglo XIX por Heinrich Schliemann quien hizo excavaciones en Micenas (1874) y Tirinto (1886).
Schliemann cree haber encontrado el mundo descrito por las epopeyas de Homero, la Ilíada y la Odisea. En una tumba micénica descubrió una máscara que denominó "máscara de Agamenón".
La edad oscura
A partir de 1150 a.C. aparecen los palacios micénicos arrasados y las murallas desmontadas, y sólo se ha confirmado que fueron los Dorios, que lograron ocupan muchas zonas de Grecia y fundaron reinos como el de Esparta.
La mayoría de las teorías propuestas para dar cuenta de la desaparición de los palacios hablan de la decadencia de la civilización micénica y del paso hacia lo que aún resulta cómodo calificar como los siglos oscuros como la consecuencia última de la desaparición. Pero los dos fenómenos deben de verse por separado.
Por una parte, nos hallamos frente a una repentina modificación de la organización económica, política y social, pero esta modificación no provoca aparentemente ningún cambio cultural importante.
Por otro lado, se observa la desaparición casi completa de algunas costumbres, como la inhumación colectiva en las tumbas de cámara, y la multiplicación de costumbres sustitutorias: sepulturas individuales en cistas y en pozos y cremación de cadáveres. Estas costumbres se van a convertir en los rasgos dominantes de otro tipo de civilización, pero se imponen progresivamente, sin ruptura aparente.
Se trata de una época de enorme confusión e inestabilidad, de profundos cambios, destacando la aparición del hierro, de una cerámica muy tosca decorada con figuras geométricas, y la adopción del alfabeto fenicio.
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